El anuncio no hizo más que caldear los ánimos.
No solo por lo que establecía la resolución que publicó en el Gobierno en el Boletín Oficial, para fijar criterios de evaluación para las personas que pueden acceder o continuar recibiendo una pensión por invalidez.
Sino por los términos que usaba para referirse a la discapacidad intelectual.
Palabras como “idiota”, “imbécil”, que dejaron de usarse hace más de 50 años, o “retardo mental”, cuando desde hace mucho tiempo se pasó a denominar “retraso mental” para luego ser reemplazado, por recomendación del DM5, el Manual de Psiquiatría Norteamericano por el concepto de “discapacidad intelectual”..